los tacones de la vieja estanteria

Mariela Santamarina Alcaraz

Los tacones de la vieja estantería


Hacer los planes sobre la almohada, casi siempre, equivalen a pasar una mala noche… Libero mi cuerpo de las sábanas. Ellas insisten que son mi mejor opción, y yo no acepto su propuesta. Me gusta cuando mis deseos están por ocurrir y es en ese preciso momento, cuando percibo unos tacones estampados. Desconozco cómo llegaron a la vieja estantería. Ellos atrapan mi atención y busco el escondite donde se oculta mi respuesta. Camino con el peso de una pluma y preparo el baño, mientras una fuerza interior me dice que debo recordar lo que me dé la gana. Busco la lluvia tibia de la ducha, las gotas caen con el efecto de una caricia, cierro los ojos y el recuerdo de la voz del mar invade el espacio con su eco. Salgo, me paro frente al espejo, borro cada gota de agua con mis dedos y una sonrisa llega antes que yo. Ahora escupo el trozo de manzana que me hizo dormir y recuerdo al fin de quién eran esos zapatos tan bonitos…eran de una muchacha soñadora que siempre buscaba abrazar a la vida.

Ilustración:  Amelia Rodríguez Villagarcía

Comparte este texto

Share by: